A lo largo de nuestra vida pasamos por diversas etapas que podemos llamar de transición. El autor de diversos best sellers Bruce Feiler las denomina “terremotos vitales”. Son etapas de adaptación a un cambio profundo y su duración es variable en función de como las vivimos y las afrontamos. Son muchas circunstancias las que nos pueden suceder a lo largo de la vida, separaciones, duelos, pérdida de trabajo, una larga enfermedad, etc. Sucede que uno se siente confrontado con su propia identidad por el cambio profundo que conllevan muchas de estas vivencias. Se desmonta una parte de nuestra vida y toca reconstruir y establecer puentes de conexión con la que será la siguiente etapa.
El impacto emocional suele ser traumático y nos impulsa a un cambio que va a requerir de su tiempo para concretarse. Va a implicar movilizar una gran cantidad de recursos, que posiblemente no sabíamos que teníamos, con el objetivo de construir una nueva forma de estar con nosotros mismos y de relacionarnos con nuestro entorno. Nos solemos entonces preguntar si hay alguna estrategia que podamos usar para reinventarnos y reconstruir nuestras vidas. Con toda seguridad sí, y cada uno de nosotros la ha de descubrir. Vamos a tener que soltar muchos apegos y ampliar territorio para ver que hay más allá del mapa en el que hasta el momento nos movíamos.
Todos cargamos con nuestra historia personal y no seriamos quien somos sino hubiéramos vivido las circunstancias que nos han tocado vivir. Quizás nos culpabilizemos mirando atrás pensando si se podría haber hecho una cosa u otra para evitar la circunstancia que nos ha llevado a la transición. Podemos también tener una profunda sensación de fracaso. No nos damos cuenta de que a veces es inevitable que, tarde o temprano, sucedan ciertas vivencias que nos llevan al límite y nos dan un impulso para el cambio, que se acaba convirtiendo muchas veces en una transformación.
Sabemos que en plena época de transición se puede experimentar un gran sufrimiento que parece que nunca se va a acabar y que nos hace cuestionarnos muchas cosas de nuestra vida. Pero gradualmente todo se va poniendo en su sitio y se va estructurando nuestro nuevo yo. Se modifican creencias de lo que hasta el momento habíamos considerado que era inamovible. El proceso vivido nos lleva ha hacer muchas reflexiones sobre el momento vital por el que estamos atravesando. Toda nuestra realidad la vivimos y procesamos a través del cuerpo por lo que van a haber también cambios a diversos niveles en el mismo. Nuestras neuronas se van a reconectar estableciendo nuevas rutas y sinergias que van a dar lugar a el gran cambio.
Cuando observamos en la distancia estas épocas de transición es cuando reconocemos que incluso hemos salido fortalecidos por estas experiencias. Quizás surja entonces un sentimiento de una profunda gratitud por todo lo vivido.